Ya nos cansamos de caminar tanto con la gente del medio y nos aterra de solo pensarlo.
A veces nos conformamos con muy poco y de tanto en tanto nada nos llena ni conmueve, nada, nada en especial…
Amamos el ocio, al menos por sobre el negocio, no corremos desaforadamente detrás del metal.
Sentimos el mismo miedo todos los días y todas las noches, esa certeza que nos aterra y nos deja como leones lactantes que se han extraviado en la tenue oscuridad, a la merced de depredadores, ya lejos de su manada…
Es el miedo de animales, ese temor a ser normales, lo que nos hunde y deprime.
O quizás la gran inestabilidad que tenemos como raíz, por crecer en un país tan cambiánte, no seré ni el ultimo ni menos el primero, en sentir esa extraña soledad.
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