De rojas etiquetas que inspiran mis tardes, de carrasperas “basilescas” que me asaltan la garganta.
Un horizonte lejano puedo ver por mi ventana, que ni la mas cruda mole de cemento va a estropear este ocaso.
Puedo manchar un camino con mis pisadas intermitentes, ¿puedo burlar al destino?, ¿Puedo tentar a la suerte?.
Puedo roer un hueso con el hambre de un caníbal, puedo dormir en un beso y despertar un nuevo día.
Tentaríamos al tiempo si este lo permitiera, si al menos nos dejara un día de ventaja, en esta injusta carrera, si al menos nos mostrara un atajo para llegar a la meta, si al menos nos dejara envejecer sin que duela.
Gracias a la suave caricia del elixir del caminante, gracias por motivar a que escriba, y así seguir adelante.
Y así termina otro día de suaves rojas etiquetas.